top of page

Ciudad para las personas

Actualizado: 22 mar 2022

Durante gran parte del siglo XX e inicios del siglo XXI, la forma como se han diseñado las ciudades ha dejado de lado a las personas priorizando al vehículo motorizado. La planificación basada en la zonificación mono funcional que plantea la separación de funciones urbanas y la ocupación informal del territorio, sin considerar los servicios, el equipamiento y los espacios públicos necesarios, han promovido una mayor dependencia del vehículo privado. Esto a su vez, ha generado calles inseguras, agresivas y en constante conflicto.


Actualmente, las calles de Iquitos están dominadas por motos y motocarros, que suman entre los dos, más de 140,000 unidades circulando diariamente. Esto ocasiona no solo tráfico, sino también ruido por encima de los 80 decibeles, alta contaminación del aire, accidentes de tránsito, muchas veces con pérdida de vidas humanas y la exclusión de las personas de la calle.


Aún hay muchas calles de tierra con muy poco tránsito de motos y motocarros, lo que permite que los niños las usen para jugar, correr, saltar; y los adultos improvisen canchas de vóley para jugar un partido entre vecinos los fines de semana. La calle, aunque precaria, es segura para ser usada de muchas otras maneras más allá de la circulación de vehículos. Hasta que llegan las obras desarrollistas: pistas exclusivamente para vehículos y todo lo que ello significa, dejando de lado a las personas que antes la usaban libremente.


El principal problema es la visión en el diseño de las calles, que sigue siendo la misma desde hace décadas, entendiendo a esta solo como un canal de circulación y estacionamiento de vehículos y no como espacio público, por lo que se construyen pistas con reducidas veredas, escasas o nulas áreas verdes y cero espacios de estancia o permanencia. Asimismo, se piensa, equivocadamente, que aumentando carriles se reducirá el tráfico y la congestión, así como, construyendo puentes (anti) peatonales se asegurará el cruce seguro de los peatones.


Bajo estas circunstancias, la calidad de la ciudad no depende del dinero para hacer las obras sino del enfoque para diseñarlas. Se debe pensar en una ciudad para las personas y en la calle como el espacio de vida urbana y no de tránsito de vehículos motorizados únicamente.


¿Qué es una ciudad pensada para las personas?

Jan Gehl, arquitecto danés, en su libro “Ciudades para la Gente” propone humanizar las ciudades, es decir, priorizar a las personas en el diseño urbano para generar ciudades vitales, seguras, sanas y sostenibles, y planeta algunas estrategias para lograrlo.


Ciudad vital

Es aquella con gente en la calle haciendo muchas actividades sociales y de recreación como caminar, montar bicicleta, pasear, reunirse con amigos, interactuar, comprar, jugar, etc. Y para ello la ciudad debe ofrecer los espacios que promuevan y permitan una variada vida urbana. Borja y Muxi (2000) indican que la calidad de la ciudad depende de la calidad de su espacio público. Siendo que el principal espacio público es la calle, se debe lograr que esta se convierta en un lugar de encuentro, donde ocurran cosas positivas.


En la ciudad hay espacios públicos que funcionan bien y otros no. Esto se debe a la calidad de su diseño que produce distintas sensaciones en las personas. Que sean atractivos por sus características y por las actividades que se pueden desarrollar de manera segura, tanto en el espacio público como en los primeros pisos de las edificaciones circundantes, atraerá gente y esta, más gente.


Ciudad segura

Jane Jacobs (2011) decía que para que las ciudades sean seguras se necesitan “ojos en la calle”, es decir, personas que habite en la zona y que usen el espacio urbano. Para ello, la ciudad debe ser atractiva, con servicios que incrementen la actividad y por ende la percepción de seguridad. Por el contrario, una calle vacía, solitaria, oscura, es una calle insegura.


Asimismo, la seguridad tiene que ver con la posibilidad de que peatones y ciclistas transiten sin el miedo a tener un accidente debido al alto tránsito vehicular, a los cruces peligrosos o a las características de las veredas: angostas, con múltiples obstáculos y desniveles. Las calles compartidas son una opción que permite la convivencia de diversos modos de desplazamiento de manera armónica, con la prioridad siempre del peatón sobre los otros medios de transporte.


Ciudad sana

Una ciudad que promueve actividades como caminar o circular en bicicleta logra ciudadanos saludables. Evitar el sedentarismo que significa usar vehículo motorizado para acceder a las actividades diarias, debe ser una política de salud pública. Para ello, la ciudad y sus calles deben ofrecer espacios adecuados que permitan diferentes modos de desplazamiento y accesibilidad para que las personas los usen de manera segura.


De igual manera, el uso de la tecnología y la falta de espacios públicos atractivos ha cambiado los hábitos de los niños que, han pasado de jugar, hacer ejercicio físico e interactuar con otros niños, a desarrollar actividades más sedentarias e individuales que devienen en importantes problemas de salud. Espacios públicos de calidad que alienten el desarrollo de actividades y el ejercicio físico al aire libre es el desafío.


Ciudad sostenible

Una ciudad que cuida el ambiente es aquella ciudad compacta que promueve modos de movilidad no contaminantes como el caminar, andar en bicicleta o en transporte público masivo para acceder a los servicios esenciales recorriendo distancias cortas. Ellos al requerir poco espacio, permiten destinar más espacio para la vida urbana. Asimismo, se mejora la calidad del aire al tener un casi nulo impacto ambiental. Una ciudad sostenible también promueve la diversidad social y cultural interactuando en el espacio urbano.


La ciudad moldea el comportamiento de las personas. Con un espacio público de calidad, se promueve mayor y mejor vida urbana. Veredas anchas invitarán a más gente a caminar, más bancas, harán que más personas se siente y permanezcan en el lugar, la implementación de ciclovías promoverá su uso. Por el contrario, más pistas y carriles incrementarán la circulación de vehículos teniendo una ciudad agresiva que se volverá insegura y peligrosa.



Foto 1. Comparación de la capacidad por hora de una calle orientada al carro y otra calle multimodal.


Foto 2. Una calle de Viena en el 2018 Foto 3. La misma calle luego de su transformación en el 2020


Foto 4. Ámsterdam en 1978 dominada por Foto 5. Ámsterdam en el 2005

vehículos transformada para las personas


Referencias bibliográficas:

- Borja, J. & Muxi, Z. (2000). El espacio público, ciudad y ciudadanía. Barcelona.

- Gehl, J. (2014). Ciudades para la gente. (1era. Ed. en español) Buenos Aires: Ediciones Infinito – ONU Hábitat.

- Jacobs, J. (2013). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid, España: Capitán Swing.


Referencias gráficas:



Publicado en Revista Línea Constructiva Edición 10 – setiembre 2021

 
 
 

Comentarios


bottom of page